sábado, 18 de marzo de 2017

Hazte oir, pero..



                 
                    Por favor, no simpatices con “HazteOir”

                    He estado de viaje fuera del país y cuando he vuelto me he enterado que un autobús ha recorrido España proclamando “HazteOir” (HO). No conocía esta plataforma y de entrada me pareció que el eslogan era adecuado para reivindicar las inquietudes personales. Pero  pronto descubrí  que tras ese sugerente mensaje, se escondía una retrógrada actitud de imposición de silencio. Después de conocer su  discurso creo que sería más adecuado que se llamase: “Cállate…pecador”, porque parece que su propósito es evitar que el mensaje, la influencia educacional de aquellos que considera pecadores, descarríe al inocente (por ignorante) del camino de su predicada perfección. 

                   Pero analicemos el hecho por ver si tras su campaña se esconde una intención fascistoide, autoritaria e hipócrita como suelen ser las actitudes intransigentes. El mensaje de esta plataforma,  que mejor debería llamarse: “HazteOir, si comulgas conmigo, o CállatePecador” era reivindicar el derecho (como si se negase) a una identidad sexual y de género acorde con la genitalidad con la que se nace, como si fuese la salvaje naturaleza quien tuviese que dictar las normas de conducta de los civilizados humanos. Gracias a Dios, a ese Dios que ellos posiblemente reivindican como modelo a seguir, sabio, bondadoso y humano, el hombre y la mujer, o la mujer y el hombre, han conseguido a lo largo de su larga historia alejarse de la bestialidad de la naturaleza y humanizar su comportamiento. Parece curioso que, personas aparentemente cultas, defiendan como principal razón de su comportamiento tener un pene o una vulva, a no ser que sean obsesos del sexo y toda su vida gire en torno a  la genitalidad. Si no, no se entiende su aireada actitud frente a la transexualidad (¿qué es eso?), su manifiesto rechazo a la indefinición sexual (¿existe eso?) o su intolerancia a la universal y creciente ambivalencia individual en lo femenino y masculino (esa evidencia). Parece como si, con un engañoso lenguaje de valores actuales (democráticos), nos quisieran retrotraer a una sociedad de criterios inquisitoriales. 

                                 

                     Si la Misión de HO es la participación útil a favor de la dignidad humana  y la libertad, como ellos publicitan, ¿no parece que todo su predicamento, para apartarnos del supuesto pecado (la ambivalente transexualidad) hacia el que se encamina la sociedad, sea una pura hipocresía?

                   Pecado, según la RAE, es la transgresión consciente de un precepto religioso. En este sentido, si lo santo (perfecto y libre de culpa) es seguir la doctrina de Dios, a su imagen y semejanza, habrán de reconocer que son ellos los transgresores, con su objetivo de radicalismo sexista en el comportamiento de las personas. La religión predominante en nuestra sociedad no define a Dios como hombre o mujer, ni tiene sexo (no necesita reproducirse). El concepto de Dios es de espiritualidad (humana, no hay otra) y ésta, aunque lo pinten con barba y varonil, debemos aceptar (si no somos machistas) que ha de ser una mezcolanza de género masculino y  femenino, o de mujer y hombre. Es decir la “naturaleza” de Dios debe ser asexual y de género ambivalente. Con este planteamiento sexológico-teológico, más coherente será con la doctrina de Dios quien más comulgue con su “forma de ser”, a su imagen y semejanza, espíritu sin genitalidad, o al menos sin que ésta sea el determinante exclusivo de la vida, y sin género definido, o al menos sin rigideces o intransigencias en él.  Tal vez, esa ambivalencia que lo caracteriza, en su omnipotencia, sea la mejor muestra de la generosa tolerancia que desea transmitir, para que sus acólitos, coherentemente con su fe, la apliquen en su relación con los demás.
                Walter Hintz (directivo de HO) : Quiere conseguir influir más en este mundo para que sea más humano, más coherente y menos egoísta.
                 ¿Hipocresía?

           También es pecado aquello que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido. Y yo les digo, a esos que se creen poseedores de la única verdad, que la mejor forma de saber que uno está equivocado es pensar que lo único cierto es lo propio, creer que la única justicia es la por él impartida y establecer como exclusivo deber el que se somete a su criterio. ¿No recuerdan estas actitudes planteamientos políticos dictatoriales?  
                    Olga Cuquerella (directiva de HO) “Creo que es imprescindible ir desarrollando formas para que la sociedad sea más democrática.”
                   ¿Hipocresía?

                    También es pecado el exceso o defecto en cualquier aspecto. Así pues, debemos pensar que peca aquél que se excede en su propósito de imponer sus criterios como los únicos válidos, y aquellos que tienen el defecto de no ser tolerantes con las ideas y formas de ser de otros, sobre todo, cuando éstas pertenecen a la privacidad de las personas. Son pecadores quienes se introducen en la intimidad de los demás, buscando en ella una peculiaridad para juzgarlos inquisitorialmente.
                    Ignacio Arsuaga Rato (presidente de HO): defender los derechos humanos -de manera completa, desde su concepción hasta la muerte natural-,  y con la ayuda de Dios, cambiar el mundo.
                     ¿Hipocresía?

                  Como se dice popularmente, ante la amenaza de una ruina: “que Dios nos coja confesaos”, si son estos quienes han de influir para que “la sociedad civil pueda conseguir los cambios y la regeneración moral que España necesita”, Gádor Joya (directiva de HO)  

                     Sí,  hipocresía. 
                      
                      No es cosa de risa   ¿Alguien lo duda?